Soy Angel Bogaert, soy dominicano y llegué a New York hace más de 30 años. Los primeros 6 meses viví en un basement con un grupo de amigos de mi pueblo, no conocía el idioma ni el ambiente, pero busqué la forma de hacer una vida honrada. Trabajé en bodegas, limpié casas, lavé platos, eventualmente conseguí mis documentos y trabajé como pintor de brocha gorda y luego como fotógrafo en el Museo Metropolitano de Arte. Por los últimos 20 años aún me gano la vida trabajando con mis manos siendo superintendente del edificio en Queens, donde vivo con mi esposa y mi hija.
Durante todo este tiempo, al igual que tú, nunca he dejado de interesarme por lo que sucede en nuestra República Dominicana. Me duele cada escándalo de corrupción, cada estafa gubernamental y cada caso que pone en evidencia el retroceso social que nos agobia.
Mi sensibilidad personal se informa a partir de mi condición de inmigrante y está sintonizada con quienes han vivido al margen de la sociedad, sea por su condición migratoria, su color de piel, a quien aman, a cuál dios le rezan o por si han tenido pocas, o ningunas, oportunidades económicas.
Estas experiencias me empujan a querer aportar a un futuro donde los sueños de todos nosotros, incluyendo la diáspora dominicana, puedan ser realidad. Es por eso que me he lanzado como candidato a diputado de ultramar por el partido Opción Democrática; para ejercer un contrapeso en el congreso, gestionar una plataforma de progreso social y económico, y lograr que nosotros, que formamos una parte tan importante de la economía dominicana, y que mantenemos cientos de miles de hogares dominicanos fuera de la pobreza extrema, finalmente seamos escuchados y se nos dé la importancia política que nos merecemos.
Ampliar el acceso y abaratar los servicios y productos del Estado para los dominicanos en el exterior, con el objetivo de reforzar el vínculo de la diáspora con el resto de la sociedad dominicana, reivindicando la indispensabilidad de nuestra población en la economía y la cultura del país.
Cumplir con el rol de los diputados del Congreso como contrapeso real al Poder Ejecutivo, entendiendo que este deber ha sido históricamente omitido por los legisladores a beneficio de intereses partidarios y particulares.
Fortalecer el rol del diputado de ultramar como representante de los intereses y las prioridades de las personas y organizaciones dominicanas en la diáspora, así como vocero de sus necesidades. Para esto se necesita extender los mecanismos de intercambio, comunicación y negociación entre los diferentes actores y sectores relevantes.